Estamos a punto de terminar un recorrido, dentro de esta gran espiral que es CAMINO. Lo cual me lleva a recordar muchas vivencias dentro del proceso, y a la reflexión y cuestionamientos sobre mi trabajo, sobre el teatro en México.
Aún están muy cerca de mí el recuerdo y sensaciones de cuando comenzó a tomar forma mi concepción de CAMINO, en Roma Italia,en el año 2008, cerca de la Piazza Navona, al ver a través de la vitrina de una librería, el libro "Non Chiamarmi Zingaro" de Pino Petruzelli, inmediatamente lo compré y durante mi viaje de un mes por tierras italianas, me acompañó, y comencé a entrar, de nuevo, más en la piel de los Rom (los gitanos).
Así al lado del mar de Paestum, en esos atardeceres dorados, imaginaba las caras de esos zingaros, viviendo, amando, sufriendo, luchando, llorando, comiendo, celebrando, cantando, bailando...viviendo; sin ganas de regresar a México, mas que para empezar a trabajar en todo ese mundo que traía en mí.
Me declaro perteneciente a los que hacen teatro dentro de la utopía de sólo amor al teatro, de sólo por amor al teatro, es por ello que emprendí junto con mi equipo, un camino de casi dos años de investigación, en todos los ámbitos, tanto de documentos, anécdotas, como de investigación escénica; hasta que CAMINO nació, hasta que se materializó.
Creo totalmente en que uno no es el creador de las obras, sino que existen en otro plano y nosotros sólo somos los que las vamos recibiendo al ir "bajando". No es fácil traducir a escena eso que llega en sensaciones, colores nunca antes vistos, ideas desafiantes.
Y así se fue gestando CAMINO, entre ensayos de celebración, de tensión, pasión, entrega,(el duende gitano nos visitó algunas veces).
Y yo le fuí devolviendo al pueblo Rom, lo que me dió en algún momento de mi existencia, que no es importante saber cuándo ni cómo fue, CAMINO, es una deuda pagada a mí misma, cuando en Buenos Aires Argentina, me dije que necesitaba volver al teatro; es una deuda pagada a la alegría Romaní, y al teatro, mi primera profesión (ya que ahora tengo otra); y si todo esto se puede compartir, pues es todavía mayor celebración para el alma.
Buscar un lenguaje teatral preciso, no es tarea fácil, exige girar muchas veces la tuerca de la creatividad, incluso cambiarla muchas veces y en el proceso de montaje de CAMINO, las tuercas giraron varias veces en muchas dimensiones, con mucha fuerza, que parecía que 4 personas, encerradas en un cuartito, de noche ensayando, hacían que cambiara algo en el mundo.
De sobra sabemos que no fue así, que sólo cambiaba nuestro mundo interno, pero si eso cambiaba, en el afuera también podía pasar algo. Cuando uno no pretende gran cosa, las grandes cosas suceden.
Comparto con Jodorowsky su idea actual, de que el arte debe sanar, finalmente, para cada quien tiene una finalidad, pero esta, a mí, me hace sentido.
La alegría es una amiga a la cual mucha gente de hoy, le ha dejado de hablar. CAMINO, entre más cosas, quiere volver a ella.
Deseando que las circunstancias limitadas del teatro mexicano, no bloqueen este CAMINO, Y con respecto a esto,citando a un gitano italiano: "No, no somos víctimas, no nos sentimos víctimas, sólo decimos lo que sucede". A veces percibo que mucha gente que se dedica al teatro, todavía no conoce verdaderamente, el potencial ontológico del teatro...es ilimitado.
Cecilia Villarreal.
CAMINO
Hace 14 años
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